Anthony de Mello decía que los humanos actuamos como si viviéramos en una piscina llena de mierda hasta el cuello y nuestra preocupación principal se redujera a que nadie levantara olas. Parece que nos resignamos a vivir así, limitados, atrapados, infelices y relativamente satisfechos. Porque al menos mantenemos los excrementos en un nivel aceptable.
“Más vale malo conocido que bueno por conocer”
La mayoría de las personas mostramos una alta resistencia al cambio. Preferimos lo conocido a lo desconocido, porque lo nuevo suele producir incomodidad y estrés. Genera incertidumbre. Y al ser humano no le gusta nada la incertidumbre.
Abandonar las viejas costumbres y permitirse la revisión de las creencias que nos han gobernado durante años, requiere de mucha valentía.
Estamos irremediablemente condicionados
Ya sabemos que con tal de no perder recursos, nuestra mente tiende a mantenerse atada a los viejos hábitos. Prefiere lo que ya conoce. Y a pesar de que esto nos ayude a sobrevivir como especie, también nos hace sufrir.
Es importante que conozcamos cuáles son los errores que cometemos a consecuencia de esta «economía mental»:
- No todo capta nuestra atención por igual: Aunque creamos que hay libre albedrío en lo que capta nuestra atención, no es cierto. Habitualmente tenemos una visión no objetiva e interesada de la realidad. La atención está sometida a nuestras creencias. Por ejemplo, si una persona tiene la creencia de que no es digna de ser amada o si se siente sola, su atención estará más orientada a fijarse en muestras de desatención por parte de los demás. Lo cual hará que crezca su idea original de que no es válida para ser querida.
- Nuestra memoria no es tan fiable: No creas que tienes tan buena memoria. A diferencia de lo que te parezca, la memoria varía a lo largo del tiempo. No tenemos recuerdos fieles de lo que ocurrió. Con el pasar del tiempo solemos mejorar o empeorar lo que vivimos. Así que deberíamos ser precavidos si tomamos decisiones en base a nuestros recuerdos. Si nuestras creencias condicionan nuestra atención, también lo hace con nuestra memoria. Recordamos mejor aquello que concuerda con nuestros esquemas mentales. Por ejemplo, si me creo no válida para ser amada, recordaré mejor aquellos momentos en los que no me sentí querido.
- Lo que pienso que sucede, no es la realidad: Somos los creadores de nuestra propia historia. Estamos constantemente interpretando lo que nos sucede. Sacamos conclusiones, hacemos afirmaciones y nos creemos todo lo que pensamos. Pero lo cierto es que, debemos saber que estamos absolutamente condicionados por nuestras creencias.