Tener conciencia corporal puede verse como una habilidad para ser plenamente consciente de todo lo que ocurre en tu cuerpo y vivir en sintonía con ello. Es saber escuchar lo que tu cuerpo quiere decirte momento a momento. Y aceptar todo lo que surja en ti sin rechazar nada. Abrirte a la experiencia de la vida sin tus habituales juicios y valoraciones.
A través del desarrollo de tu conciencia corporal puedes afrontar tus miedos más antiguos, esos que se originaron cuando tan sólo eras una niña. Te permite dejar atrás comportamientos automáticos dañinos, para empezar a decidir cómo quieres comportarte ahora. Y que puedas dejar de sentir que «no tienes solución».
Habitar tu cuerpo te permite regularte, darte lo que te hace falta y quitarte lo que no necesitas. Te hace valorar el cuidado que le das a tu cuerpo, no porque sea bello o cumpla tus expectativas, sino porque es tu cuerpo el que te permite sentir la vida que hay dentro de ti y eso no tiene precio.