Metidos de lleno en una vida estresante en la que siempre estamos “haciendo” cosas, la idea de “no hacer nada” y simplemente “estar y sentir«, puede ser difícil de digerir para muchas personas. Prestamos poca atención a la relajación, porque parar y dejar de hacer cosas, puede resultarnos incluso incomodo.
Así que lo normal es que también hagamos el amor con objetivos en mente, como tratar de llegar al orgasmo o hacer que mi pareja consiga tenerlo también. Es como si incluso en cuestiones sexuales hubiera una meta que alcanzar.
No estamos acostumbrados a parar. A estar en quietud, sin prisas para poder sentir, observar, oler, disfrutar de todo en conjunto para aquietar la mente. No somos conscientes de la tensión que nos genera este estado de «tener que hacer algo» porque es tan frecuente que para muchos de nosotros, es lo normal.Y claro, cómo vamos a ser distintos en la cama, no es posible. Llevamos nuestros patrones a todo lo que hacemos.
Nuestros encuentros sexuales podrían ser terapéuticos. Por una lado porque es el sexo es indudablemente placentero, nos une a nuestra pareja y nos conecta con el amor que reside en nuestro interior.
Pero es que además de esto, el sexo puede ayudarnos a parar. Nos enseña a eliminar objetivos y expectativas, para que podamos adentrarnos en el maravilloso mundo de las sensaciones de nuestro cuerpo (y el de nuestro compañer@). Puede ser un bálsamo de calma en el que poder aprender a vivir de otra manera, con más paz, sin tanta presión y más conectados con nuestro cuerpo.