Se puede vivir en un estado meditativo más frecuente gracias a tu conciencia corporal, que es la escucha consciente de tu cuerpo. Probablemente no de forma constante, porque nuestra conciencia corporal va variando desde momentos de desconexión hasta momentos de conexión total. Pero puedes hacer de la escucha de tu cuerpo un hábito.
Aprender a ser más conscientes en nuestra vida es aprender a ser felices. Y meditar nos ayuda a conseguirlo. Pero podemos ampliar nuestro estado de conciencia si meditamos muchas veces a lo largo del día y cada vez que llevas atención consciente a tu cuerpo, estás meditando.
Prestar atención a tu cuerpo te permite “iluminar” situaciones cotidianas como fregar los platos, o recoger la colada. Te permite sentir el gozo de hablar con otras personas, de tomar el té o de respirar profundamente. Cuando estamos presentes en nuestro cuerpo, cualquier situación puede convertirse en una zona de exploración y descubrimiento.
Sentarse a meditar puede seguir siendo parte de tu práctica diaria, pero para sentir una transformación real en tu vida necesitas llevar la meditación desde una práctica puntual a un modo de vida. Y tu cuerpo es la herramienta que necesitas para conseguirlo.
Además si eres de esas personas que no tienen tiempo para meditar o si no te sientes cómodo meditando en quietud, aprender a vivir en sintonía con tu cuerpo puede abrirte un camino hacia una meditación diaria y transformadora.