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¿Por qué nos cuesta meditar?

(EN CASA)

Lo cierto es que nos cuesta meditar

Cuidarse está de moda. Nos aseguramos de comer sano, hacemos ejercicio e incluso asistimos a clases de yoga regularmente y notamos que nos sienta bien. Nos decimos que sería estupendo meditar en casa para poder tener esa sensación de bienestar en nuestro día a día. ¿Pero por qué no lo hacemos? ¿Por qué nos cuesta meditar en casa?

A pesar de que realmente nos gustaría repetir la sensación de paz y tranquilidad que nos aporta la meditación, no somos capaces de crear un hábito de ello.  Hay personas que se lo proponen y lo consiguen pero la gran mayoría de nosotros no somos capaces de pasar de los primeros de días de motivación inicial.

Incluso cuando sólo necesitamos 5 o 10 minutos y sabemos que meditar nos ayuda a calmar nuestro sistema nervioso, mejora nuestro estado de ánimo y nos ayuda a combatir el estrés. A pesar de ello, nos cuesta mucho tener una práctica continuada. ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos a meditar?

Nos cuesta ponernos a meditar por dos motivos fundamentales:

1º Motivo: Vivimos atascados en el modo “hacer”

El modo hacer:

Parar la mente y sentir

El modo “hacer” es aquel en el que estamos organizando, planificando, marcándonos objetivos, juzgando, solucionando problemas… es decir, haciendo lo que mejor se nos da que es pensar y darle vueltas a la cabeza.

Y es cierto que necesitamos estar en nuestro modo “hacer” para llevar una vida responsable y ordenada. Pero para muchos de nosotros estar en modo «hacer» es el estado natural en el que nos movemos por la vida, olvidando que existen otras formas de vivir.

Atender obsesivamente al móvil, rellenar nuestra agenda por miedo a tener espacios vacíos, comer con prisas, hacer deporte compulsivamente, sexo esporádico y rápido, no escuchar, no atender, ser egocéntricos, trastornos de ansiedad, estrés… todos ellos son consecuencia de vivir en un permanente modo “hacer”.

Meditar significa pasar de “hacer” a “estar”

¿Cómo no nos va a costar dejar de hacer lo que estamos acostumbrados a hacer? Nos dicen que nos sentemos a meditar y ¡que no hagamos nada más!

¿Cómo se supone que debo sentirme a gusto y relajado cuando lo que yo necesito es HACER algo? De hecho ¿qué es no hacer nada?

Para muchas personas meditar puede llegar a ser una pequeña tortura. Y no es porque la meditación no sea buena para ellas, sino porque salir de ese modo de “hacer” cosas es tan extraño que es lógico que uno termine por rechazarlo o demorarlo indefinidamente.

En mis cursos de meditación he tenido alumnos a los que les era imposible sentarse a meditar 15 segundos. La sensación de parar y sentirse era tan extraña para ellos que no podían aguantarla. Llevar toda una vida mano a mano con nuestros hábitos es difícil de cambiar de la noche a la mañana.

Sin llegar al punto de no poder sentarte 15 segundos, puede que tu también sientas un pequeño rechazo a lo que no conoces, a lo que te aleja de tu estado mental habitual.  Quizás exista en ti una dificultad para sentarte a meditar porque te ves obligada a parar y entrar en un modo “estar y sentirte».

Y para aprender bien a parar y sentirte, es decir entrar en modo «estar» necesitas a alguien que te enseñe. Aquí es cuando os hablo del segundo motivo por el que te cuesta ponerte a meditar:

2º Motivo: Necesitamos un profesor para desarrollar una práctica de meditación regular

Para crear el hábito de meditar en casa necesitas orientación y ayuda externa. Y no me refiero a esas aplicaciones móviles que existen en el mercado para iniciarte en el arte de la meditación. Entre tú y yo y sin ánimo de menospreciar la creatividad y el ingenio de muchas de esas aplicaciones, no conozco a mucha gente que se haya convertido en un practicante de meditación gracias a ellas. Ayudan bastante cuando ya has establecido el hábito y la meditación forma parte de tu vida. Pero si quieres integrar la meditación en tu vida, necesitas un profesor que te oriente, te guíe y te ayude en el proceso.

Poder asistir a clases de meditación de forma regular te ayudará a establecer una rutina de meditación en tu día a día. Gracias a un profesor te acercarás a la práctica desde un punto mucho más personal y adaptado a tus circunstancias

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